Elaboradores

Cerdo, tiempo y sal

El Jamón es una salazón. Esa es la naturaleza de su elaboración. Y el único ingrediente que utilizamos.

No alteramos el proceso con ningún otro aditivo. Sin nitrificantes artificiales, ni anti oxidantes. Sólo jamón, sal… y tiempo.

La Sal: sal marina natural. La sal es la base del mejor jamón ibérico de bellota. Al margen, claro está, del propio cerdo ibérico autóctono de la península. La sal interviene en los primeros días de elaboración de jamones y paletas. Es el proceso de cocción de este plato. Los jamones y paletas se entierran en sal durante varios días dependiendo de su peso. Y aquí cada maestro tiene su receta. Y cada día se levantan y se vuelven a colocar para conseguir una homogeneidad en el salado.

Es ésta sal, la que durante los siguientes meses de vida, consigue la carne se convierta en un producto imperecedero. Adentrándose en el jamón o la paleta hasta el hueso, consigue que el producto cárnico pierda agua y humedad.

Esta forma de conservación es tan antigua como la presencia de asentamientos urbanos en la península y se utiliza para carnes, pescados y mariscos. Esta es la única receta que hemos heredado de nuestros mayores.

Y el legado que queremos hacer pervivir más allá de nuestra generación. La mejor forma de honrar la tradición en la elaboración, a nuestro juicio, es ceñirse a este proceso como único válido para elaborar nuestros jamones y paletas: cerdo, sal y tiempo.

El tiempo: el tiempo es el segundo ingrediente indispensable. No hay más secreto en el jamón que contar con el mejor cerdo de raza ibérica criado en libertad, el proceso de salado y el respeto por los tiempos de maduración de los jamones y paletas.

Cada pieza tiene su propia vida. Depende del clima, de su peso, de la edad y el peso que tenía el cerdo a su sacrificio… El tiempo necesario es conocido en términos medios. Pero finalmente, cada partida, cada pieza madura independientemente.

De media, un buen jamón ibérico de bellota permanece en nuestros secaderos naturales por un tiempo de 3 años, 36 meses en los que pasa por distintos secaderos a distintas alturas para terminar en bodegas en las que el proceso se convierte en lento.

Una paletilla ibérica de bellota permanece un mínimo de 24 meses en nuestros secaderos.

En ambos casos, el trasiego se hace a mano. Cada pieza se descuelga, se transporta y se reubica una a una, a mano. Lo que nos da la oportunidad de ir revisando en qué momento de maduración se encuentra y qué necesidades de clima tiene.

Proceso de apilado de jamones de bellota en sal. Campaña Enero 2015.


Jamón ibérico de bellota en el trasiego de salado.


Pila de jamones en sal. Campaña de bellota. Enero 2015.

El clima

Abrir y cerrar ventanas

El clima es el factor externo que condiciona la curación de los mejores jamones de bellota. Y el único ingrediente que escapa a nuestro control.

Por un lado, el pueblo de Cumbres Mayores posee unas condiciones naturales idóneas para este proceso: con inviernos fríos templados, con primaveras y otoños largos y suaves… y con una exposición ideal a los vientos prvinientes, tanto de la sierra, como de la meseta.

Abrir y cerrar las ventanas para preservar temperatura y humedad constante dependiendo del clima observado es el único secreto de elaboración. Y sobre el que no existen manuales de usuario. De una generación a otra. Aprendizaje por observación y experiencia.

El mejor jamón ibérico de bellota tras el proceso de 36 meses de curación.

Embutidos

Tripas naturales y llenado a mano

Trabajar la mejor carne, usar tripas naturales y realizar el trabajo a mano. Tres pasos para una receta sencilla. Los mejores embutidos artesanales de cerdo ibérico de bellota.

El proceso

Los embutidos comienzan con la selección de las carnes. No todas las carnes son válidas para el mejor embutido de bellota.

“Apartar la carne” es un concepto que encierra la selección y clasificación de la carne para cada uno de los tipos de embutidos que hacemos.

Este proceso es manual: las carnes se seleccionan y se repasan todas a mano, recortando a cuchillo grasas y magros que son menos útiles al proceso y que son desechados y retirados por empresas especializadas en el trabajo con estos productos.

El cuidado de la carne supone el respeto de la temperatura en frío para poder trabajarlas adecuadamente.

Afortunadamente hoy podemos introducir algunas mejoras técnicas en este proceso: el picado ya no es manual, se hace con ayuda de máquinas especializadas que nos permite el trabajo más aséptico en este proceso.

El llenado se hace de forma manual. Al igual que el atado. Las piezas se manipulan una a una y se revisan manualmente. Es un trabajo intensivo en mano de obra, pero que garantiza un proceso tan artesano, como antiguo.

La tripa

Tripas naturales. Este es un axioma en nuestra producción. Tripas que permiten un proceso más largo de curación, que aíslan mejor las carnes y que potencian en sabor de nuestros lomos ibéricos de bellota, lomitos, salchichones ibéricos y demás productos.

Trabajar con tripas naturales es más costoso, más complejo y requiere un conocimiento más exhaustivo de los procesos. Y no nos permite, desgraciada o afortunadamente, generar procesos industriales.

Los aditivos

Sin gluten, sin alérgenos y sin aditivos innecesarios. Sal, pimienta, ajo, pimentón… son los ingredientes que se trabajan en casa. Sin nitrificantes ni potenciadores de sabor. Ingredientes naturales tal y como lo hacían en 1929.

Atado manual en tripa natural. Salchichones ibéricos de bellota. 2014